Consciente de que no me imaginabas adornando tus noches
Dejé de escribirte cada día
Pues me di cuenta a tiempo de que no me intuías en tus
tardes domingo
Probar tu voz se me hizo montaña helada, inalcanzable
Nudo marinero entre garganta y corazón
Y del calor de tus caricias
No me queda ya ni un granito de sal