Corrige el vuelo y vuelve. Que te echo de menos. Necesito saber que estás, a tu manera. Necesito que te lleves la niebla, aunque sea un rato, y volver a esa rutina en la que me hacías sonreír a carcajadas.
viernes, 8 de noviembre de 2013
Aunque no miremos nunca por la misma ventana.
Corrige el vuelo y vuelve. Que te echo de menos. Necesito saber que estás, a tu manera. Necesito que te lleves la niebla, aunque sea un rato, y volver a esa rutina en la que me hacías sonreír a carcajadas.
domingo, 13 de octubre de 2013
M.
Tengo la suerte de vivir en los tejados.
Desencajó mi rumbo al pasar,
pasó de largo.
Tiene la manía de acercarse sin cuidado.
Luego se va. Y no se salvará,
tampoco él.
lunes, 23 de septiembre de 2013
Tú mira bien
Ya no hay mar
Y los besos son partidas de ajedrez
Y las ganas se disfrazan de tal vez
Mañana
Es la sal
Que se escurre en otros gestos
La que sigue en este cuerpo
No es mi piel
Miedos
Y las calles no me cuentan la verdad
Y la lluvia está atrapada en una nube
Y el verano que no aguanta un día más
Truenos
Y el amor que se nos queda en banca rota
No es el duelo lo que duele, es la derrota
de un "te quiero" que no supo amanecer
Mil veces he perdido la cordura
más de viente me he quedado en el andén
Algún día me tendrás tras tus pisadas.
Date prisa. Estaré ahí. Tú mira bien.
lunes, 12 de agosto de 2013
Si necesitas que te diga “ven”.
Te susurro al oído que vengas.
Si tienes miedo de
perderte. Te cojo de la mano todo el camino.
Si no sabes bailar,
tranquilo. Tropiezo contigo y te piso los pies yo también.
Y de paso eliminamos las
dudas.
Si quieres un abrazo te
lo hago a medida. Interminable.
Si quieres que te espere.
Estoy cerquita del mar. Enlazando atardeceres.
Si lates conmigo el
desastre prometo quererte a gritos de forma permanente.
Solo dime “dime
ven” Solo pide que me quede.
miércoles, 29 de mayo de 2013
(Relato LibrosVeo) Te veo.
No puedo defenderme. No
me sirven de nada los argumentos que he anclado en mi cabeza si solo yo veo que
tu mitad está equivocada. Desde la base. Que la mía es un quiero tenerte y la
tuya es un tira y afloja. A veces parece que damos el paso y tengo las de
ganar. Que quieres tenerme. No se qué clase de baile es este (ya sabes que no
bailo). A estas alturas empiezan a afectarme los descafeinados y tú pisas más
bien fuera de mi vida.
Ojalá pudiera pedirte que
no te pierdas mi próximo cumpleaños, ni los que le siguen. Pero ambos sabemos
que pecamos de cobardes por igual. Y que por mucho que insista nunca serás tú
el valiente.
Lo único que tienes que
saber antes del punto final es que yo si que te veo, la pregunta es si tú me
ves.
martes, 28 de mayo de 2013
Azules.
Cuanta paz se percibe. Cuanto invierno hay detrás de cada
paraguas cerrado.
Inundo con relatos breves la vida, que sobre el papel es más
fácil.
A veces me siento más transparente y lo que escribo cuenta
demasiado sobre quien soy, pero en realidad me desconozco.
Hace unos días la sal me llenó los pulmones. Y respiré todo
lo fuerte que pude para recordar el momento en las venas. Y así, en aumento y
despacito, van los detalles que me guardo dentro. Para mi. Mientras poco a poco
voy entendiendo lo importante de las arenas en los zapatos. Y que el
equivalente a las caricias es el sonido que genera el mar en mi cabeza cuando
cierro los ojos.
viernes, 26 de abril de 2013
Nunca en Marte. Siempre al Norte.
La vida va cambiando su piel, y yo muero por verle dormir en la mía. Se que prometí no volver a escribir posdatas, pero tenía los dedos enredados en el pelo. Además era lunes. Y los lunes no cuentan.
Sueño muchas veces que viajo a su espalda en el metro de Madrid. Siempre es Abril. Y nunca se da la vuelta.
Me debilita la forma que tiene de colocar los pies bajo el asiento, al igual que ver su perfil de niño bueno reflejado en el cristal. Él observa en silencio los detalles en cada estación, mientras yo lo escucho respirar sin que me intuya (tan cerca).
En ninguno de estos viajes bajamos del vagón. Tampoco miramos los relojes. Y no tengo la sensación de que lleguemos tarde. Ni él ni yo.
Pero cuando me despierto, es Galicia, en un mes distinto a Abril. Y ya consciente le echo de menos. Y quiero volver a su espalda en el metro de Madrid.
Sueño muchas veces que viajo a su espalda en el metro de Madrid. Siempre es Abril. Y nunca se da la vuelta.
Me debilita la forma que tiene de colocar los pies bajo el asiento, al igual que ver su perfil de niño bueno reflejado en el cristal. Él observa en silencio los detalles en cada estación, mientras yo lo escucho respirar sin que me intuya (tan cerca).
En ninguno de estos viajes bajamos del vagón. Tampoco miramos los relojes. Y no tengo la sensación de que lleguemos tarde. Ni él ni yo.
Pero cuando me despierto, es Galicia, en un mes distinto a Abril. Y ya consciente le echo de menos. Y quiero volver a su espalda en el metro de Madrid.
lunes, 15 de abril de 2013
Tocada y hundida.
Se me caducan las
ilusiones. Mezclo confusión con enfado y entonces colisiono con la verdad. Caigo
al suelo. Me dejaste caer. Y no puedo echarte la culpa en realidad, porque solo
son culpables en esta historia mi corazón y mis manías. Esas que no conoces.
Las que te pierdes cada día y que me hacen perder(te).
Empiezo a hundirme. Como los pies en la arena cuando hace frío en la playa. Como los barcos de vela cuando la vela Mayor y el foque no se ponen de acuerdo. Me hundo. Como cuando la botavara te pega fuerte y caes al mar. Así de lejos.
miércoles, 3 de abril de 2013
PREGUNTAS
Cruzamos
miradas. Cerramos latidos como filas en la batalla y fingimos errores sin pausa
por miedo a que no salga bien.
Salimos
corriendo si suena un “te quiero”, si alguien nos quiere sacar a bailar solo
con los ojos.
El
mundo que gira, se para, y me cuenta que estuve sentada en un banco de la calle
en el que tú, a veces y a destiempo, posaste la mirada. No podía ser de otra
manera. Y yo envuelta en desorden me pregunto a mi misma, cual loca de remate,
que cuántos años perdidos nos quedan sin darnos señales el uno al otro. La mala
noticia es que no responde nadie.
Cuántos
planetas han de perderse en el sistema solar para que nos encontremos ¿Es
ridículo pensar en las veces, que pude tenerte tan cerca que respiramos el humo
de un mismo cigarrillo?
Cuántos
pasos nos separarán ahora, si los medimos con la palabra lejos. Qué distancia
se anima a cogerme la mano entonces ¿Las millas de arena o los metros de mar? ¿Y
si ya estuvo agarrada a la tuya, pero se quiso soltar? Podría ser que ya nos
hubiésemos tenido y el resultado hubiese sido tu huída sumada con mis ganas de
perderme.
¿Te
parece imposible que un reloj de pared pueda dictar el final de un momento? A
mi si. No creo que el tiempo sirva para decidir finales, todo lo contrario.
Sirve para confiar en que cada vez falta menos para encontrarte. Y una vez lo
haga será un principio. Un infinito y más allá.
Entonces,
cuál es la pregunta qué tengo que hacer para que ates tus zapatos a los míos.
Qué fobia impide esta vez, que quieras coger un asiento en mi vuelo.
Cuántos
aviones me quedan por ver, y sobre todo, dónde me paro a esperarte.
A
veces es desesperante lo eterno que tienen las preguntas.
¿Cuántos
años dormidos sin rumbo fijo han de pasar medidos en ridículas horas, hasta que
se mezclen nuestros caminos? ¿Me reservarás algún trocito de tu vida cuando me
veas?
Yo
te espero.
miércoles, 20 de marzo de 2013
Sin aliento.
Y al final me cortaste las alas
Y a mi quien me salva de esta rebeldía
Apresuré demasiado los días
De lluvia en las botas
De andar kilómetros sin ti
Que pesan en mis ojos como
Un abril entero sin dormir
Entre olas de diez mil pasos
Mientras ocasos encendidos
Con la risa de otra gente
Se acumulan en mi cabeza como
Recuerdos no vividos
Porque no estaban tus latidos
Pegados a los míos sin dormir.
Y no respiro tu aire
Porque no estaba en tus manías
Decirme buenos días princesa
Que sin serlo lo soñé de niña
Y lo guardo como cierto
Otra vez en mi cabeza
Y es recuerdo que no acierto
Sin llegar a ser mentira
Que me creí tuya
Algún día de lluvia
En un vuelo de esos que por perdernos
Me perdí.
martes, 12 de marzo de 2013
La última carta para ti. Aunque tú no lo sepas. (XXIII)
Acaba
de llegar el momento de la última carta. Sabía que llegaría. Es como cuando un
mechero se queda sin gas, justo antes de la canción lenta en un concierto. Voy
a echar de menos escribirte.
Al
final no bailamos lento, ni me abrazaste la vida. No volamos. Ni lejos ni
cerca.
Desconozco
aun hoy tus cereales favoritos. Solo se que no soy lo que buscabas.
Hay
cartas que duelen más cuando no están escritas. Y por eso surgieron de mi
cabeza. Pero ya duelen también en el papel. Y se me hace demasiado la mezcla de
duda y miedo. Sigues sin saber. Y yo sigo sin decir. Ahora ya te toca a ti
decidir si deben seguir nuestros caminos la misma ruta de estrellas. O si el
viento los divide por colores y no combinan bien tu azul cielo y mi gris
nublado.
Te
confieso que hubo momentos que sentí que si. Fueron tal vez demasiado
puntuales, y por eso llega esta carta ahora y no hace un mes. Por eso
seguramente me resistía a dejar el bolígrafo a un lado.
No
quiero decir con esto que te olvide.
Porque no podría. No es una carta de despedida. Pero tampoco es mi intención
que suene a un hasta luego.
Sigo
sin saber si también escribes cartas a alguien. Pero si es así, te doy un
consejo. Se valiente. Antes de que suba la marea y tengas que escribir una
última carta.
Pd:
M. de Galicia.
miércoles, 6 de marzo de 2013
Carta
para ti. Aunque tú no lo sepas. (XXII) EME-RGENCIAS.
Ven.
Acércate. Asómate conmigo a la ventana del tren de los días de semana. Si te
pegas mucho y cierras los ojos, puedes escuchar el viento moverse rápido. Como
si la existencia del cristal fuese sólo imaginación de tus pulmones ¿Sientes
ahora cómo respira la lluvia de despacito? Es como si te pidiese parar el
tiempo y acelerarlo a la vez.
A
veces cuando voy en el vagón es como si alguien me abrazara las manos, y aunque
me arriesgo a padecer de locura al confesarlo, me pregunto si serás tú, que te
diste la vuelta en alguna calle porque el sonido del tren al pasar por las vías
delató mi presencia.
PD:
Ya ves que abandoné los altos vuelos, por si te es más fácil llegar(me).
lunes, 18 de febrero de 2013
Carta
para ti. Aunque tú no lo sepas. XIV
Es posible que huela a verano
sin haberte conocido todavía. Que cada palabra mía, se te acerque un poco más en
cada carta, antes de precipitarse al vacío en los aeropuertos que no hemos visitado juntos. Es
posible que pueda calcular la hora exacta de partida de cada viaje que nos
perdimos por no conocernos. Yo desperté cinco noches en Londres, y sin embargo
no conozco la calle que acumula tus recuerdos.
Podría detallar un diario de
vuelo a partir de ahora. Imaginando que somos el mismo pasajero y que nos
emocionamos con cada nube que se ve desde el avión. Siempre escogeremos
ventanilla. Y como a mi no me gustan los aterrizajes, te dejo ser la mitad
valiente. La que se deja el miedo con las maletas facturadas y disfruta de cada
segundo en el cielo.
Pd: A donde quieres volar
primero?
domingo, 10 de febrero de 2013
Tiovivo rojo aunque no tenga nada que ver.
Dicen que mañana veré
nevar. Será cierto, pero me preguntaba si tú también estarás pegado a tu
ventana, y si miraremos al mismo tiempo los copos cayendo desde el cielo. Aunque
no son como los pintaba de pequeña, copos redondos perfectamente terminados. Es
más parecido a la lluvia. Una lluvia diferente, que no hace ruido. Que llega
sigilosa, y que no se sabe cuanto tiempo se quedará. Igual que tú cuando te
cuelas en mis noches. Que al final siempre te marchas dejando frío, y nunca se
si eres sueño que viene para quedarse. Me gustaría ser yo tu sueño alguna vez.
Aunque nunca me lo dijeras. Como tampoco me dirás como es la nieve ahí, en tu
ventana.
Aunque el rojo no sea mi color, y mañana suspendan algún vuelo.
martes, 5 de febrero de 2013
Aviones.
Tengo
la manía de pensar, que en todos los aviones que me encuentro cuando miro al
cielo, estás tú. Volviendo a casa y mirando por la ventana como un niño pequeño
¿Vaya tontería no? Porque se perfectamente, que las estelas blancas que van
dejando, al pasearse sigilosos por la alturas, son paralelas a mis pasos. Ya
sabes, nunca llegaremos a encontrarnos. Así, que aun considerando cercana la
remota posibilidad de que viajes en alguno de ellos, no estarán nuestros
cuerpos todo lo cerca que deberían. Y a pesar de que estás a punto de aterrizar,
para mi sigues respirando tan lejos como el día que no nos conocimos. Y le
pido, y le insisto a los aviones que te dejen erróneamente en el portal de mi
casa. Pero no me escuchan, porque vuelan demasiado alto. Igual que tú.
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