Carta
para ti. Aunque tú no lo sepas. (XXII) EME-RGENCIAS.
Ven.
Acércate. Asómate conmigo a la ventana del tren de los días de semana. Si te
pegas mucho y cierras los ojos, puedes escuchar el viento moverse rápido. Como
si la existencia del cristal fuese sólo imaginación de tus pulmones ¿Sientes
ahora cómo respira la lluvia de despacito? Es como si te pidiese parar el
tiempo y acelerarlo a la vez.
A
veces cuando voy en el vagón es como si alguien me abrazara las manos, y aunque
me arriesgo a padecer de locura al confesarlo, me pregunto si serás tú, que te
diste la vuelta en alguna calle porque el sonido del tren al pasar por las vías
delató mi presencia.
PD:
Ya ves que abandoné los altos vuelos, por si te es más fácil llegar(me).
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